jueves, 29 de abril de 2021

HAMBRE EN LA ESCUELA

 



HAMBRE EN LA ESCUELA

-Esta semana no hubo abasto tampoco. Está brava la cosa, amigo. Yo sé que vos venís sin pretensiones, que aceptas lo que haya.  Pero en serio que está todo quieto. Hace no sé cuanto que no arriman un capón a esta escuela, hermano. La última vez fue en el festival de fin de año, del otro año pasado. Te acordás? Capón, achuras, morcilla, boniato.. Un lujo de ver aquella parrilla. Qué lo parió. Pero ahora todos tenemos hambre, hermano. No sólo vos. Los gurises ya no vienen, la directora renunció, suspendieron todito. Yo me arreglo, porque mateo todo el día, como unos fideos antes de acostarme y a otra cosa. Pero pa vos debe estar fea, no? Yo no sé ni siquiera si esos pobres gurises estarán comiendo en las casas. Pobrecitos. Mirá, ahora que me acuerdo, creo que hay unas galletas viejas en la lata. Yo no las voy a comer, vení. 

 Allá rumbearon pa la cocina, el viejo arrastrando las patas y el perro moviendo la cola, contentazo.

 

martes, 20 de abril de 2021

EL SOÑADOR DE QUIMERAS

 EL SOÑADOR DE QUIMERAS

Imposible olvidar lo que nunca sucedió. No hay recuerdos.

Cómo olvidar el primer abrazo, si nunca fue recibido? Cómo recordar la primera caricia, el primer beso?

Imposible recordar; imposible olvidar.

Se pasó toda la vida intentando, inventando recuerdos, para no olvidarlos. Se inventó rezongos, miradas, brazos.

Imaginó canciones de cuna, para intentar no olvidarlas. 

Soñó con el olor del desayuno en la cama, con la comida casera, con los besos que no dio.

Creyó en improbables recuerdos de vacaciones compartidas, de playa y cumpleaños feliz.

Fue un quimérico día que se sorprendió dándose cuenta de que le era imposible olvidar a su madre, muerta en el parto.

lunes, 12 de abril de 2021

Te juego un veintiuno, Papo!!

 El club reabrió sus puertas, exactamente un año después de haberlas cerrado. Pero sólo por un día. La crisis, como un enorme tsunami, había barrido con la otrora gloriosa institución. Se fueron borrando los socios, se cerró la cantina, los profesores ya sin alumnos, no tuvieron más remedio que buscar otros destinos. 

 El polvo había comenzado a acumularse sobre los oxidados aparatos de gimnasia. La cancha de básquet, ya sin redes y con los tableros descascarados; con el pasto creciendo entre las grietas del hormigón, era mudo testigo del paso del tiempo.

 Cuando finalizó el remate, y sólo quedó el silencio, ellos entraron.

 Padre e hijo, pelota mediante, volvieron a compartir tiros, rebotes, fajas, tabla y aro.  

 Dicen los vecinos que aún se escuchan, en algunas noches sin luna, el rebote de la pelota en la cancha abandonada.