MARIPOSA
Por la ventana vio a la mujer trajinando con las plantas, allá afuera.
Munida de una palita y una tijera de podar, ella les daba vuelta la tierra, les sacaba una hojita seca, una rama sin vigor. Les agregaba o les sacaba tierra, les hablaba, les prometía un futuro mejor cuando ya estuvieran en el terreno, abonadas, cuidadas.
Él imaginó cómo sería ser cuidado así. Él, que también tenía sus raíces podridas y sus ramas torcidas. Cómo sería ser tocado por esas manos, acariciado con esa ternura, regado con esa pasión. Él, contador de profesión, hizo el balance y llegó a la conclusión de que valdría la pena.
Una mariposa inquieta, vivaz, intensa, lo sacó de su ensimismamiento posándose en la lapicera con la que escribía este cuento, en el instante preciso en que su mujer le gritaba: Amor !! Vení a ayudarme con las plantas!!!
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