De pronto todo cambió. Alguien lo agarró de los pies y los haló fuertemente hacia afuera, mientras una mano lo sostuvo de la nuca. Se sintió colgando, cabeza abajo. No entendió lo que estaba sucediendo. Luces enceguecedoras, gritos, ruidos metálicos, dolor, miedo. Alguien gritó que era muy grande. Alguien más dijo algo sobre la pérdida de sangre, la necesidad de una transfusión, o algo así. Gritó, lloró, apretó los puños. Deseó que se detuvieran.
Alcanzó a distinguir un par de voces, pero no podría asegurar si pertenecían a las mismas manos que lo agarraron por primera vez. Eran voces conocidas, de eso estaba seguro. Intentó comprender, pero no lo consiguió.
Quiso arrepentirse, pero era tarde. Hubiera preferido no pasar por todo eso. Pero no le preguntaron.
Él estaba mucho mejor antes, en un lugar seguro. Si hubiera podido elegir, tal vez todo hubiera sido diferente, Pero ya era tarde. Había nacido.
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