jueves, 24 de marzo de 2022

LA CUESTIÓN ES SI CREER O NO




Lo escuché en el barrio hoy de mañana. En lo de Don Antonio, en el almacén. No sé si será verdad, pero hablaban de una reciente investigación científica según la cual, parece, habrían demostrado la importancia del contacto humano en el fortalecimiento del sistema inmunológico. O algo así.

No sé yo, pero parece que cuando dos personas se abrazan e intercambian virus, bacterias, y todo eso, el cuerpo como que se va acostumbrando. Y después cuando uno se resfría queda en eso nomás, un resfrío. O como mucho una gripe. Parece que se dieron cuenta que le habían errado el biscochazo, y no había que aislarse sino abrazarse.

El más entusiasta en el almacén era el Bebe, que quería abrazar a toda costa a la Rosa, como para intercambiar bichos.

La verdad es que no sé si creerlo. Sobre todo viniendo del Bebe, que siempre fue loco de mentiroso.

Estoy deseando llegar a casa y prender la televisión, a ver si es verdad.

sábado, 19 de marzo de 2022

AÑO CORTO



Aquel año terminó antes de lo previsto. Es que ya no daba para más. La gente estaba harta de estar encerrada, los gurises ya habían pasado meses sin ir a clase, la gente se había gastado sus días de licencia, y para colmo el invierno había venido crudo, frio y lluvioso.
El Congreso de la República, reunido en sesión especial, había decretado el fin de año adelantado.
Como no podía ser de otra manera la oposición se opuso, que para eso estaba. La Asociación de Vendedores de Regalos de Navidad se puso de punta. Los que pusieron el grito en el cielo fueron los carnavaleros, que no iban a tener tiempo para ensayar!!
Hubo movilizaciones masivas, se juntaron firmas, se debatió en medios de comunicaciones, redes sociales y boliches.
Finalmente, para que la cosa no pasara a mayores, el parlamento decidió someter a plebiscito la decisión.
Ganaron los Terminacionistas, y el año terminó el 30 de Diciembre.

VIDA CONYUGAL



Este año comenzó mal. O bastante mal. O por lo menos no tan bien como él hubiera deseado. Una porquería, en realidad.
 Disputas, riñas, egos agrandados. No sirvieron de nada los pedidos de disculpas, las lágrimas, los arrepentimientos. 
-De eso siempre hubo, y nunca sirvió de nada-pensó él. Era más de lo mismo.
Ella aseguraba que estaba todo bien, que no pasaba nada, que solamente era cuestión de replantearse un poco la relación. Nada más.
-Me pide tiempo y espacio. Debe estar calculando la velocidad-bromeó él para sí mismo. No pensaba dirigirle la palabra. No por ahora. 
El, que ladraba más que hablar, seguía siendo el mismo de siempre. Gruñón y llorón. 
-No pasa nada, amor. Yo necesito mover un poco la cabeza, nada más. No te preocupes-dijo ella
El no le creyó. Y por las dudas, no la desató.

EL NENE



Este año comenzó con las clases de fotografía-le dije, tratando de apaciguarla
-Si, pero se fue como quince días para Cabo Polonio-me gruñó la madre
-Escuchame, Cristina, no podés ser tan exigente con el botija. Está haciendo el esfuerzo, dando lo mejor de sí
-Lo que tiene que hacer es laburar, Carlos!! Si hasta se debe estar drogando con todos esos hippies!!
-Qué se va a drogar! No creo. Debe caminar por la playa, meditar. Viste que esas cosas a él le gustan?
-Mirá Alberto, si ese guacho no empieza a trabajar este año te juro que lo agarro del cogote y lo echo a patadas de esta casa!!!
-Está bien. Tenés razón. Pero tenés que reconocer que es sanito. Juega al futbol 5, hace ejercicio, no tiene vicios
-Lo que no tiene es vergüenza!!! Vago de miércoles!!
-Bueno, no te pongas así. Apenas vuelva de las vacaciones yo hablo en la empresa a ver si hay lugar. Pero no es fácil, viste? Ya tiene 35 añitos el nene.

jueves, 10 de marzo de 2022

INMERSIÓN

 Cuando la vio por primera vez, supo que era ahí. Conoció la mar, así en femenino, a los cinco años. Venía del interior a pasar las vacaciones con su abuelo y vio la superficie azul, irisada, atrayendolo como un imán. Cuando muchos, muchisimos años más tarde se calzó el traje de buzo, la máscara, el chaleco, el tanque de aire comprimido, las aletas y los reguladores, tuvo la misma convicción. 

Era ahí. Se sumergió lentamente, pataleando sin apuro. No volvió la vista atrás,  porque sabía que vería el cielo líquido y más allá la vida que vivió. Siguió bajando, escuchando el silencio, mirando el balanceo de las algas, los cangrejos escondiéndose, los peces. Sólo escuchaba su respiración, que generaba un collar de perlas flotantes.

Llegó al fondo,  se sacó el chaleco y el tanque y los vio subir. Se acostó en el fondo a esperar, por fin, la paz.