jueves, 10 de marzo de 2022

INMERSIÓN

 Cuando la vio por primera vez, supo que era ahí. Conoció la mar, así en femenino, a los cinco años. Venía del interior a pasar las vacaciones con su abuelo y vio la superficie azul, irisada, atrayendolo como un imán. Cuando muchos, muchisimos años más tarde se calzó el traje de buzo, la máscara, el chaleco, el tanque de aire comprimido, las aletas y los reguladores, tuvo la misma convicción. 

Era ahí. Se sumergió lentamente, pataleando sin apuro. No volvió la vista atrás,  porque sabía que vería el cielo líquido y más allá la vida que vivió. Siguió bajando, escuchando el silencio, mirando el balanceo de las algas, los cangrejos escondiéndose, los peces. Sólo escuchaba su respiración, que generaba un collar de perlas flotantes.

Llegó al fondo,  se sacó el chaleco y el tanque y los vio subir. Se acostó en el fondo a esperar, por fin, la paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deje aquí su comentario. Gracias