miércoles, 18 de mayo de 2022

EXILIO




La puerta y la ventana. Sólo eso veía. La ventana con la vieja cortina floreada de alguna abuela muerta. Supe que hacía frío, porque sentía el agua contra los vidrios y adivinaba el viento sacudiendo los árboles. No necesité abrir los ojos.
La gata, echada a mi lado, dormía plácidamente. Tal vez soñando con ratones, árboles, y estufas a leña.
Ya no teníamos nada. Sólo esa pieza prestada. Nuestros sueños se habían transformado en huidas precipitadas, cajas y bolsas amontonadas, y un montón de frustración acumulada en un rincón, junto a mis discos y nuestros libros.
Y estaba ella. Guerrera, compañera, indomable. La que nunca se iba a dar por vencida. La que se había caído y levantado no sé cuantas veces. La que se había levantado temprano y ya estaba en plena faena.
Yo estaba cansado, desanimado y dolorido. Pero ella esperaba.
Entonces respiré hondo y me levanté, dispuesto a empezar de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deje aquí su comentario. Gracias