El premio al principio me pareció un poco raro, debo reconocerlo. Un viaje al fondo del mar no es algo que uno se gane todos los días.
Pero bueno, a viaje regalado no se le mira el destino.
Por eso me trepé a ese barco de buceo, me puse este pesado traje lleno de tubos por todos lados, este molesto tanque atrás, y para peor estas aletas incomodísimas.
Al principio yo no estaba convencido, pero el instructor me explicó que era fácil. Sólo tenía que respirar lenta e ininterrumpidamente y bajar.
Y tenía razón, porque al ponerme este pesado cinturón con plomo me vine para abajo enseguida.
Está lleno de peces acá, de todos colores. A veces pasan unos finitos y largos, o esos redondos como globos. Y cada tanto pasa una sombra, como de algo muy grande que pasa por encima mío.
Me gusta estar acá abajo. Está tranquilo, silencioso. Pero hace un poco de frio, eso sí.
No sé cuando me vendrán a buscar, no me dijeron. Pero espero que no demoren mucho más.
No sé cuando me vendrán a buscar, no me dijeron. Pero espero que no demoren mucho más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deje aquí su comentario. Gracias