El camino
Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Estaba contento, casi feliz, porque al lado, en el baldío, crecían tres palmeras con cocos y todo. Hasta algún mono de esos chiquitos, de vez en cuando. Le gustaba mirarlos cuando saltaban de una palmera a la otra, jugando.
El sol, de mañana, daba en la palmera más alta, la de la derecha y dibujaba extrañas sombras sobre el pasto.
Las cosas sucedieron así, sin embargo. Se despertó una mañana con un ruido como de un motor muy grande. Y en efecto, era una retroescavadora. Sacando las palmeras, destruyendo la belleza, ahuyentando los monitos.
Fue ese el día que se levantó de su cama de hospital, y tomó el camino, para no volver.
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