SUEÑOS
García soñaba con ser escritor. Le gustaba quedarse levantado hasta tarde y, después de que toda su familia se dormía, se ponía a escribir.
Se preparaba un whisky, se sentaba frente a su vieja Underwood, acariciaba un rato las desgastadas teclas, y se dejaba llevar.
No pensaba lo que iba a escribir. Sentía que sus dedos viajaban solos por el antiguo teclado, al que ya ni siquiera se le veían las letras. Sentía que era como él: viejo, gastado, un poco aburrido tal vez. Pero si lo trataban con respeto, cariño, y una pizca de paciencia, podían sacar lo mejor de él.
No era fácil, eso sí. Sacarle lo mejor, digo. Escribir sí. Era sencillo. Solamente tenía que tener una primera frase, un detonador, y luego los dedos hacían el resto. No tenía que pensar, ni complicarse la vida.
Eso quería. Vivir en paz. Sin complicaciones.
García soñaba con eso.
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