DESPEDIDA
En el momento que tomó sus manos las sintió frías, casi heladas.La abuela tenía esa costumbre de tomar sus manos y besarle la frente. A él le encantaba sentir ese beso tibio, y esas manos arrugadas.
Habían estado desayunando y conversando. Él le había contado que tenia miedo por su reciente jubilación, la próxima mudanza, y todos esos cambios, que lo tenían preocupado.
Ella lo miraba distante, pálida, etérea, enfundada en su camisón blanco.
Apenas habían probado el desayuno.
La abuela solía dar buenos consejos, pero esta vez sólo lo miraba con su mirada transparente.
-Confío en ti-le dijo ella en un susurro.
Y él sintió las manos heladas, y el beso gélido de su difunta abuela.
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