sábado, 4 de junio de 2022

CALMA

 





Mi familia es una de esas familias muy silenciosas, hasta calladas en demasía a veces. Las conversaciones suelen ser en voz baja, respetando las opiniones de los demás, sin gritar.

Así fue siempre. Hasta que el sábado pasado una pequeña piedra desató la tormenta.

Resulta que mi cuñado, el menor, estaba parado junto a un ventanal. Computadora portátil en mano, se aprestaba a editar videos. Su pasatiempo favorito.

Mis suegros para descansar un poco de su ajetreada jornada, se habían sentado un rato en los sillones del living, dispuestos a saborear alguna delicia del séptimo arte.

Mientras mi otro cuñado, el mayor, estaba en su habitación hablando por teléfono; mi esposa y yo nos despedíamos para volver a casa.

Una escena familiar como tantas otras. Una noche tranquila como tantas otras. No faltaba incluso el enorme labrador negro durmiendo a los pies de mi suegra.

Cuando de repente, un estallido. Un vidrio enorme que se parte justo junto a la cabeza de mi cuñado, el menor.

-Una piedra! -gritó mi esposa

-Qué pasó?- gritó mi suegra

-No entiendo… -murmuró mi cuñadito

Mi suegro y yo no dimos demasiada bola. Y el enorme labrador negro, menos.

Mi otro cuñado, en el cuarto de al lado, ni se enteró.

Entonces cuál fue el caos? Se preguntará usted. No se precipite. Lo peor aún no había empezado.

-Hijos de puta!! Den la cara!! – empezó a gritar mi esposa, que había salido despavorida al patio, al ver que había sido una pedrada.

Yo, que para no ser menos y como me gusta jugar a los valientes, había salido a la calle; temía más a mi esposa que a los hipotéticos cacos. Sus gritos de verdad metían miedo. Para peor, estábamos en lados opuestos del cerco y ella sólo veía mi silueta.

-Me hiede la vida-pensé yo mientras me alejaba prudentemente hacia la esquina. Prefería enfrentarme a los maleantes que a la ira de mi esposa.

En eso estaba cuando se sienten otros gritos provenientes de adentro.

-Vengan!! Mamá se cayó!! Se quebró!! Se está desmayando!! Vengan!!

Mi cuñado mayor y yo, que estábamos en la calle, volvimos corriendo. El espectáculo era aterrador.

Mi suegra, en el afán de salir corriendo, se había tropezado con el enorme e imperturbable labrador negro y se había caído, golpeándose la rodilla.

Desesperada de dolor, gritaba y se quejaba mientras todos tratábamos infructuosamente que mantuviera la calma. O por lo menos que dejara de gritar. Que algo es algo.

Como no lo logramos, decidimos democráticamente que lo mejor era llamar a una emergencia móvil.

Al oír esto, mi suegro manteniendo la calma, corrió raudo y veloz al baño; de donde regresó armado de un poderoso desodorante de ambiente.

-A ver, Vieja!! Que te caíste justo arriba de la cucha del perro y tiene un olor insoportable!!!

Siempre digo lo mismo: la sabiduría consiste en mantener la calma en situaciones difíciles, y otro buen ejemplo es el de mi cuñado.

Mientras unos abanicábamos a mi suegra, otros le levantábamos los pies y mi suegro le tiraba desodorante de ambiente por arriba, mi cuñado tuvo el tino de llamar a una emergencia médica.

-Buenas noches, mi madre se cayó y creemos que se quebró. Está gritando de dolor y a punto de desmayarse. Puede enviar un médico?

-Buenas noches. La cédula de la señora?

-Perdón. Creo que no entendió bien. La señora, mi madre, está en el suelo gritando de dolor y a punto de desmayarse. Y usted pretende que yo le pregunte su número de cédula?

-Es el protocolo, señor. Sin el número de cédula no podemos atenderla.

-O sea que si en vez de una caída hubiera tenido un infarto, yo tendría que hacerle Reanimación Cardio Pulmonar con un desfibrilador, preguntarle el número de cédula, anotarlo en un papel para no olvidarme, y recién después ustedes podrían venir a atenderla?

 

Bueno, no sé si fue exactamente así el diálogo entre mi cuñado y la operadora, pero así lo imagino.

Calmo, equilibrado, centrado, sin gritos ni estridencias.

Como mi familia.

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