domingo, 1 de junio de 2025

ELLA Y EL EN LA PIZZERIA

 

 

Entraron y se sentaron en la mesa un instante antes que nosotros. Mientras decidíamos qué comer, empezamos a escucharlos.

Ella cumplía 70, dijo, y él un poco más.

Pidieron una pizza y una cerveza. Ella parecía saber qué marca le gustaba a él.

Él era amigo del hermano de ella. Pero no sabía mucho de su vida, de la vida de ella.

Ella le contaba cosas: de su infancia, de la relación con sus hermanos, con su mamá, de su forma de pensar y sentir, de la vida. Le confesaba miedos, esperanzas frustradas, sueños cumplidos.

Él tomaba cerveza y la escuchaba. Cada tanto decía algo, la miraba, y seguía escuchándola.

Yo me hice toda la historia: había muerto el hermano de ella, amigo de él. Y ellos se habían encontrado después de 45 años.

A ella, él le gustaba desde la secundaria. Pero estaba en otra clase y, además, era amigo de su hermano. Era inalcanzable para ella.

El tiempo pasó y cada cual hizo su vida. Nunca más se habían visto, o muy esporádicamente, hasta hoy, que falleció el amigo de él, hermano de ella y se encontraron en el velatorio.

Ella lo invitó a tomar algo, como para ponerse al día y compartir el dolor de la pérdida.

Ella le contó que había enviudado. Él le contó que después del divorcio, nunca más se había casado. Estaba sólo. Le gustaba leer, caminar. Ella prefería tejer. Y si, también caminar un poco

A los dos les gustaba el cine francés. Y ambos odiaban la tele. Ni siquiera tenían una.

Si tenían unas cuantas cosas en común, pensaron ambos.

Ella pagó la cuenta cuando terminaron la pizza. Él se hizo cargo de la propina.

Se fueron un rato antes que nosotros.

Yo no sé si todo esto es verdad, o sólo una película que me hice mientras esperaba en la pizzería.

Pero juraría que los vi tomarse de la mano mientras caminaban calle abajo, poniéndose al día después de 45 años.

 

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