lunes, 3 de octubre de 2022

LA CORTINA DE LA ABUELA

 



LA CORTINA DE LA ABUELA

Gris, vieja, remendada, con unas flores por acá y por allá, es cierto. Pero hasta las flores eran sin brillo, como sin ganas de embellecer su entorno.

Así se había tornado la vida de Pablo desde que tomó la decisión de separarse. Se jubiló, vendió las máquinas, se despidió de su mujer y sus hijos, y se fue a vivir sólo, a una vieja casona en el medio del campo. Entre las sierras.

Iba a pagar caro esa decisión, pero él no lo sabía. Sólo sabía que debía escapar de la rutina, de las peleas, de esa pesadilla recurrente que lo despertaba todas las noches a la misma hora, gritando y llorando.

Estaba decidido a llevarse su secreto a la tumba, que para él tenía forma de casa abandonada, vacía y silenciosa.

Alguien había dejado ahí alguna vez un colchón y un par de frazadas. Serían suficientes.

Sólo era cuestión de que pasara el tiempo, para que su vida se volviera gris, vieja y remendada.

Como la cortina de su abuela muerta, que fue lo único que se llevó.

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