ESPIRALES. Y GRACIAS...
Hay muchas metáforas sobre la vida. Muchas. Hay quien dice que la vida es como un camino. Otros dicen que es como una rueda gigante, en la que a veces estás arriba y a veces abajo. Otros hablan de montaña rusa, o ese tipo de cosas.
A mi me gusta ver la vida como un espiral, como una especie de escalera caracol, o algo así. Quiero decir que nos da la oportunidad de pasar varias veces por el mismo lugar, por la misma situación, pero a diferentes niveles. Para ver las cosas desde más arriba, o desde más abajo...
Hoy, cuarenta meses después de salir de lo de mi madre para venirme a vivir sólo, me encuentro en uno de esos puntos. Me vine el 26 de Febrero del 2013, hace exactamente cuarenta meses.
Y ahora estoy otra vez con la casa vacía, durmiendo en un colchón en el suelo, sin heladera, ni cocina, ni calefón. Las casas vacías retumban. La soledad produce eco... La vida dio todo un giro completo, y ahora estoy en el mismo punto. Pero más arriba. Ahora la situación es otra, el espiral asciende. El mismo punto, una situación similar, en otra etapa del camino.
El Universo, que es bastante más sabio que yo, me pone en situación de verme a mi mismo hace cuarenta meses. El Universo me interpela, me cuestiona, me pregunta:
Qué aprendiste en este tiempo? Qué valores? Creciste? Qué cambió? Qué sanaste? Aprendiste a agradecer?...
Por eso quiero agradecer a todos y todas los que compartieron esta etapa del camino conmigo:
A mi vecino Daniel, “el Arquitecto”, por sus conversaciones sobre la volqueta omnipresente en nuestras vidas.
A la volqueta misma, por estar todos los dias en la puerta de mi casa.
Al perro de Daniel, que nunca supe si se llama Luca o Lucas.
A la gorda del apartamento de atrás, que no solo me despertaba todas las noches gritandole a su hijo, sino que además no me dirigió la palabra ni me saludó en cuarenta meses. Todo un récord!
A los chorros que me robaron la moto el otro dia, porque me recordaron cuánto me gusta caminar...
Al almacen de la Caro y Alvaro, que después de tres años, hace una semana saben quien soy...
Al Gaby, que me despertaba sacando la camioneta a las cinco de la mañana
A la doña del puesto ESLAMIRONA, y al rengo, su marido. Los más chusmas del barrio.
Al loco del lavadero, que además es tatuador. Un crack. Lo enloquecí con un tatuaje que al final nunca me hice...
Al Félix, el peluquero de Millán y Bulevar, que le corta el pelo gratis a todos los gurises de un hogar del INAU que hay acá cerquita. Un capo. Lo recomiendo.
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